Las fiestas de vendimia en Mexico (1/2)
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Uno conoce el vino, uno lo ha probado y ha sentido sus propiedades, ha sentido el entusiasmo que provoca, el viaje por los sentidos que propicia. Cuando uno se ha interesado por la manera en cómo se hace, en el arduo camino que la uva recorre desde el viñedo hasta la botella, y cómo todas las personas involucradas practican desde las más rigurosas técnicas y procedimientos científicos, hasta las más intuitivas decisiones con métodos casi propios de alquimistas, uno ha comprendido cabalmente lo que es el vino. Y cuando uno ha comprendido lo que es el vino, uno siente que es uno de esos milagros naturales por los que uno no puede más que estar muy agradecido con la naturaleza y con todos aquellos que lo hacen llegar a nuestras mesas.
Si uno que no es más que un simple aficionado, hay que imaginar lo que sienten el viticultor, el enólogo, el sommelier , el dueño de la vinícola, los trabajadores, las familias de todos ellos y además, los amigos, que seguramente oyen todo el año sobre los avatares del clima, del viñedo, de la fermentación, de la maduración e incluso del embotellamiento y hasta de cómo se está distribuyendo el vino. Ese preciado líquido de repente es el centro de la vida de muchísimas personas. Bueno, pues cuando algo tan complejo, tan delicado, tan mágico y a la vez tan riguroso es la parte más importante de la existencia, genera, casi instintivamente, acciones casi rituales para propiciar la bonanza y la buenaventura en su quehacer. Las vendimias son eso, celebraciones a la esperanza.
Con la primera cosecha de la uva, que en México generalmente es durante el verano, termina un largo proceso de cuidado en el viñedo. Después de tanto tiempo de espera, de minuciosas revisiones a la planta y sus frutos, el momento decisivo llega, la uva que se tiene es la que se va a procesar, la que se convertirá en vino. Lo que se tiene es lo que será, ya no hay marcha atrás. El ambiente en la casa vitivinícola es de emoción, aliento y alegría, el vino pronto vendrá a dar gusto y placer a muchas personas. Esta atmósfera, enrarecida de incertidumbres y certezas, se plasma en una serie de reuniones que en un principio son rituales de agradecimiento y de anhelo de que la colecta resulte en un muy buen vino.
Hace algunos años, en México, las fiestas de la vendimia parecían pasar un tanto desapercibidas por la gente que nada tenía que ver con el vino o con sus productores. Pero eso ha cambiado sustancialmente. Cada vez es más frecuente oír que un grupo de personas se desplaza a las zonas vitivinícolas para asistir a eventos que muchas veces son verdaderos acontecimientos sociales. Los conciertos y las veladas musicales, las exposiciones, las regatas - en el caso de Ensenada - los concursos de maridaje y de cata, la pisada de la uva y las visitas guiadas en las que se explica a los interesados cómo se hace el vino, son experiencias que el visitante difícilmente olvida. Asistir a este cúmulo de actividades es sin duda, una de las maneras más interesantes y bellas de acercarse a la naturaleza, de vivir la convivencia entorno a un gusto común y de compartir una de las aficiones humanas más profundas que existen.
Fuente: Asociación Nacional de Vitivinicultores, A.C.
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